
La amabilidad nos hace felices y ser feliz nos hace amables
Somos seres sociales que disfrutamos y nos vemos beneficiados en nuestra salud mental y física cuando gozamos de una buena vida de relación con nuestros pares.
Diversos estudios sugieren que cuando somos generosos con otras personas, nuestro circuito de recompensa cerebral nos premia con neurotransmisores que nos hacen más felices que si gastáramos en nosotros mismos. Además, este comportamiento forma un círculo virtuoso en nuestro cerebro, ya que cuando comenzamos a ser altruistas deseamos volver a repetir la experiencia.
Investigadores de la Universidad de Kent, Reino Unido, les realizaron la escala sobre satisfacción de vida de Diener, Emmons, Larsen y Griffin a 86 participantes con edades que oscilaban entre los 18 y 60 años, a quienes dividieron luego en tres grupos.
El grupo A debió realizar un acto diario de bondad durante 10 días; el B tuvo que hacer algo novedoso en ese mismo lapso de tiempo y el C no recibió ninguna instrucción.
Pasado el periodo establecido, les pidieron a los voluntarios que repitieran la encuesta tomada al inicio. Los grupos que llevaron a cabo actos de bondad y los que cumplieron con actos novedosos gozaron de un ascenso en su nivel de satisfacción de vida, mientras que no se apreciaron modificaciones en el grupo C.
Sin embargo, parecería que la bondad tiene un efecto más prolongado e incluso más profundo en nuestra felicidad, según otro trabajo realizado por la Escuela de Negocios de Harvard y la Universidad de British Columbia.
En esta experiencia, los científicos tomaron una escala de felicidad a los participantes y luego les pidieron que recordaran lo más vívidamente que pudieran la última vez que habían gastado dinero en ellos mismos y luego la última vez que lo habían hecho en otro.
Posteriormente se les dio una suma de dinero y dos posibilidades de uso: podían emplearlo en ellos, pagar una factura u otro gasto que debieran cubrir o comprarse un regalo; la otra opción fue utilizarlo en un presente para quien quisieran o donarlo a una institución benéfica. A todos se les informó que su elección quedaría en el anonimato para evitar que sintieran la presión de parecer altruistas.
Se encontraron con dos hallazgos en concordancia con otros estudios. En primera instancia, las personas se sentían más felices cuando recordaban una ocasión en la cual habían comprado algo para otro y no para ellas mismas, más allá del valor del regalo. En segunda instancia, los voluntarios que se habían sentido gratificados al recordar una compra para otros también eran los que más habían decidido gastar la suma dada en otro individuo.
Los científicos de Harvard y de la de British Columbia consideran que hay una especie de ciclo de retroalimentación positiva. Por ejemplo, consumar un acto de amabilidad o bondad hacia otra persona nos hace felices y esa felicidad llevará a más probabilidades de realizar otra acción de esas características.
Reflexionando un poco, si nos hace felices ser generosos, agradecidos, amables y altruistas, tal vez debido al mundo lleno de urgencias en el que vivimos, deberíamos ponernos un recordatorio en nuestro escritorio, heladera o agenda que nos refresque que cada día nos merecemos disfrutar de los beneficios de una buena dosis de neurotransmisores del placer, y para ello necesitamos poner en acción nuestro cerebro social y sus acciones pro-trascendentes.
Bibliografía:
- Buchanan, K. E., & Bardi, A. (2010). Acts of kindness and acts of novelty affect life satisfaction. J Soc Psychol, 150(3), 235-7. doi: 10.1080/00224540903365554
- Aknin, L. B., Dunn, E. W., & Norton, M. I. (2012). Happiness runs in a circular motion: evidence for a positive feedback loop between prosocial spending and happiness. Journal of Happiness Studies, 13(2), 347–355.
- Aknin, L. B., Dunn, E. W., Sandstrom, G. M., & Norton, M. I. (2013). Does social connection turn good deeds into good feelings? On the value of putting the 'social' in prosocial spending. International Journal of Happiness and Development, 1(2), 155-171.
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