Una nueva investigación presenta que cuando se trata de predecir en quién confiar sería mejor hacerlo en aquellas personas que anticipan el sentirse culpable si trasgreden las normas o sus valores.

La confiabilidad y la propensión a la culpa parecen tener algo en común

Fecha 05 de Diciembre de 2018

La tendencia de una persona a anticiparse a sentirse culpable –denominada como "propensión a la culpa"– es el predictor más fuerte de cuan confiable puede ser un individuo más que cualquier otro rasgo de personalidad, según vislumbraron científicos de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.

Es importante diferenciar que la propensión a la culpa no es lo mismo que la culpa. Mientras que la primera es la predisposición a anticiparse a cómo se sentiría uno al no cumplir con lo pactado, llevando a evitar la trasgresión, en la culpa se despierta un sentimiento y comportamiento reparador después de haber incumplido en algo.

El equipo de la Universidad de Chicago realizó una serie de estudios con 401 voluntarios, quienes completaron un cuestionario que medía su propensión a la culpa en diferentes situaciones, así como varios rasgos de personalidad. Luego debieron participar en un juego en línea.

En este juego había dos jugadores. El jugador A (alguien del equipo de investigación) recibía 1 dólar que podía elegir dárselo al jugador B. Cualquier dinero dado al jugador B se incrementaba automáticamente. Luego, el participante B decidía si se quedaba con todo, quebrantando la confianza que depositó en él el otro participante o se comportaba de manera confiable, dividiendo lo recibido.

Los investigadores encontraron que las personas con propensión a la culpa fueron quienes más compartían el dinero con el jugador A.

Para Emma Levine, autora principal del estudio, en su investigación se observó que la clave que vinculaba la confianza y la propensión a la culpa fue el sentido de responsabilidad interpersonal que sentían las personas, el cual las llevaba a actuar de manera ética y responsable con su compañero de juego.

La emoción de culpa se despierta cuando las personas reconocen una infracción que han cometido, que en su sentido positivo motiva a tratar de reparar o hacer las cosas bien de nuevo. La propensión a la culpa lleva a evitar comportamientos que pueden perjudicar o decepcionar a otro.

Según Levine, es interesante cuando conversamos con alguien ver el modo en que relatan sus transgresiones pasadas y si demuestran remordimiento o arrepentimiento. Taya Cohen, coautora del estudio, sugiere que esto es particularmente revelador porque nos permite ver si están preocupados por los efectos que sus acciones tienen en los demás (en otras palabras, si tienen un sentido de responsabilidad interpersonal).

La culpa o, mejor dicho, el hecho de tomar consciencia de que hemos afectado la confianza que alguien depositó en nosotros tiene un lado positivo ya que nos ayuda a reflexionar y aprender. En su justa medida, la sensación de incomodidad que nos produce nos avisa que algo no está bien para que podamos evaluarlo y hacer los ajustes correspondientes en caso de que sea necesario.

Esta investigación podemos relacionarla con la liderada por Brad Bushman, de la Universidad Estatal de Ohio, quien pudo evaluar junto con su equipo cómo las personas que se centran en el aquí y ahora sin pensar en el impacto futuro de sus acciones tienden a ser más agresivos que otros, tendencia que se magnifica mucho más cuando están alcoholizados. Por el contrario, quienes tienen en cuenta las consecuencias futuras gozan de pocas probabilidades de ver aumentado su nivel de agresión bajo los efectos del alcohol.

También se puede vincular con el trabajo realizado en el Brain and Spine Institute de París, liderado por Mathias Pessiglione, quien presentó que aquellas personas que tienen mayor capacidad de imaginar las consecuencias a futuro de algo son menos proclives a caer en las tentaciones.

Si somos seres altamente sociales y tuvimos éxito como especie es porque confiamos los unos en los otros. Tal vez debamos aplicar nuestra capacidad de imaginar el futuro para tener en cuenta la generación de espacios de reflexión que nos permitan pensar y ser conscientes de las consecuencias de nuestras acciones para poder vivir de un modo más humano.


Fuente:

  • Levine, E. E., Bitterly, T. B., Cohen, T. R., & Schweitzer, M. E. (2018). Who is trustworthy? Predicting trustworthy intentions and behavior. Journal of Personality and Social Psychology, 115(3), 468-494. doi: 10.1037/pspi0000136
  • Lebreton, M., Bertoux, M., Boutet, C., Lehericy, S., Dubois, B., Fossati, P., & Pessiglione, M. (2013). A Critical Role for the Hippocampus in the Valuation of Imagined Outcomes. PLoS Biol, 11(10). doi: 10.1371/journal.pbio.100168

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