
La curiosidad contribuye con el aprendizaje y la memorización
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¿Quién puede decir que no es curioso? Indudablemente nadie, ya que todos los somos y en esta característica se basan los escritores de novelas, series, obras, películas y libros para mantenernos atrapados esperando un final incierto.
La curiosidad va de la mano del interés y nos hace ser capaces de memorizar sin esfuerzo personajes, detalles y argumentos, para mantenerlos en la memoria e incluso poder luego de años hablar de alguna película que hayamos visto, de los actores y los papeles que interpretaban.
Una investigación realizada en la Universidad de California, en Davis, arrojó luz sobre los motivos por los cuales podemos recordar, por ejemplo, después de tanto tiempo detalles de una obra. El trabajo presentó que la curiosidad y expectación que nos genera un tema ponen al cerebro en un estado que le permite aprender y retener información, incluso aquella no relacionada con el contenido que se está tratando. Es como si el cerebro fuera un imán que atrae todos los datos que rodean una materia o situación que despertó nuestro interés.
Para lograr percibir lo que sucede en el cerebro cuando siente curiosidad, los investigadores de la Universidad de California contaron con equipos de resonancia magnética funcional para observar cuáles áreas cerebrales se activaban mientras los participantes del estudio realizaban ciertas tareas programadas.
El estudio contó con varias fases: la primera consistió en medir el nivel de curiosidad de los voluntarios. Para ello, los sometieron a una serie de preguntas de una trivia y les solicitaron que puntuaran en una escala de 0 a 6 su probabilidad de conocer la respuesta. Luego les pidieron que midieran, puntuando del mismo modo, la curiosidad que sentían por saber la respuesta acertada.
La segunda fase se basó en realizarles nuevamente preguntas, pero para conocer las respuestas correctas debían esperar 14 segundos. Este tiempo de espera, aunque los voluntarios no lo sabían, estaba calculado para llevar a cabo otra instancia del estudio. Durante el lapso de los 14 segundos, en algunas ocasiones se les presentaba en la pantalla de la computadora la imagen de un rostro que no expresaba ningún tipo de emoción, y se les solicitaba que emitieran un juicio sobre el mismo. Ni bien pasaban los 14 segundos se les daba la respuesta a la pregunta.
En la fase tres, de forma inesperada y sorpresiva para los voluntarios ―ya que no habían sido informados de este paso de la investigación― se les hacía un examen para ver si recordaban los rostros que se les había presentado, seguido de una prueba de memoria para las respuestas a las preguntas de los cuestionarios.
Los científicos pudieron encontrarse con resultados sumamente interesantes. Uno de ellos ―que era el esperado― fue que los participantes que habían demostrado mayor curiosidad por conocer una respuesta, habían sido mejores en el aprendizaje de esa información. Pero, para asombro de los profesionales, cuando la curiosidad se despertó en los cerebros de los voluntarios, la información no relacionada con las respuestas de la trivia también había generado mayor aprendizaje, al igual que los rostros cercanos a dicha emoción, los cuales les resultaban fácilmente reconocibles, aunque no les habían despertado ninguna curiosidad.
La observación de la activación cerebral reveló que el aprendizaje motivado por la curiosidad presentó una importante activación del circuito de recompensa cerebral, que parte del área tegmental ventral, pasa por el núcleo accumbens, para llegar luego a la corteza prefrontal. Este sistema libera dopamina, un neurotransmisor que se relaciona con el deseo y el placer. El circuito de recompensa y la dopamina permiten que nos centremos en algo que despierta nuestro interés y lo mantengamos en mente hasta lograr el objetivo; además, la dopamina contribuye a la fijación de la información y los conocimientos.
Sin embargo, este circuito no fue el único que mostró un aumento en su respuesta ante la curiosidad y expectación, también lo hizo el hipocampo, un área del sistema límbico fundamental para el aprendizaje y la formación de nuevos recuerdos, que presentó una notable y mayor actividad.
Asimismo, se generó un aumento en las interacciones entre el hipocampo y el circuito de recompensa, lo que hace pensar que esta rica comunicación contribuye en poner al cerebro en un estado en el cual llega a gozar de mayores potencialidades para aprender y retener información. No sólo con aquellos datos que le generan curiosidad y expectación, sino también de aquellos que recibe mientras está en ese estado, aunque no resulten de especial interés o importancia a la persona.
Comprender el valor que existe entre la curiosidad, la motivación y la memoria debería permitir replantearnos el buscar nuevos enfoques que nos lleven a desarrollar modos de contribuir al proceso de aprendizaje en las aulas y en los ámbitos de capacitación empresarial.
Albert Einstein decía: "No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso".
El interés y la curiosidad deben estar incluidos dentro de las estrategias que deben aplicarse en toda clase y capacitación, para que el cerebro pueda gozar de un estado que le permita asimilar mejor los conocimientos que se imparten. Si bien lo anterior puede no ser una novedad, lo que aporta la neurociencia es que nos permite conocer el sustrato biológico que lo acompaña y no deja lugar a discusiones de que atrapar el interés no debe dejarse de lado en ningún espacio de aprendizaje.
Algunas propuestas:
1.- Una de las propuestas básicas se relaciona con que el docente o capacitador pueda autoevaluarse y percibir si se encuentre en el estado emocional necesario para contagiar motivación. Para ello puede trabajar con una hoja de registro que le permita reflexionar antes de la clase:
- Materia o tema que daré.
- Motivos por los cuales este tema despierta mi interés.
- Mi nivel de motivación para dar esta clase es: 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10.
- Resultado que obtendré en el corto, mediano y largo plazo con el nivel de motivación registrado.
- Estrategias que utilizaré para despertar el interés del grupo.
Luego de este paso, la persona podrá tener consciencia del resultado de su clase y si podrá ser un motivador y líder. (Este tipo de reflexión puede realizarse también en otras situaciones).
2.- Hacer cambios inesperados en las rutinas: realizar algo que sorprenda a los alumnos o grupo.
3.- Organizar actividades sorpresa: visita de un personaje relacionado con el tema, leer un correo que envió alguien para el grupo, avisar que alguien vendrá a visitarnos, etc.
4.- Despertar el interés del grupo dándole la oportunidad de que exprese sus ideas, opine y argumente.
5.- Desarrollar la imaginación: quienes participan podrán imaginar cómo aplicar el conocimiento con algo de la vida cotidiana.
6.- Desarrollar modelos de encuestas y realizar experimentos.
7.- Incentivar a que se relacione el tema con algo que conocen.
8.- Hacer preguntas para que el cerebro se sienta desafiado a pensar.
9.- Imaginar y armar juegos que involucren el tema tratado. El juego es un eficiente método de aprendizaje.
10.- Plantear algunas actividades donde alcancen resultados rápidos y les permitan sentir que van por el buen camino. Esto los llevará a animarse a ir por más.
11.- Plantear cuestiones, desafíos o problemas que sean reales y los lleven a relacionar lo que aprenden con aquello que les preocupa o apasiona.
12.- Presentar con claridad dónde se planea llegar en el futuro inmediato con el primer paso dado, y dejarles vislumbrar las ventajas de alcanzar el siguiente.
13.- Avisar que habrá una sorpresa al final de la clase, y durante la misma recordarlo haciendo que se sientan motivados a avanzar y conocerla lo antes posible.
14.- Ir de a poco dándoles autonomía para que sean ellos quienes sorprendan a sus compañeros, docente o capacitador.
Si docentes y capacitadores aprovechan el poder de la curiosidad en los estudiantes y los trabajadores el resultado en las aulas y salas de capacitación presentará claros y significativos cambios.
Bibliografía:
- Gruberemail, M. J., Gelman, B. D., & Ranganath, C. (2014). States of Curiosity Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit. Neuron, 84(2):p486–496. doi: 10.1016/j.neuron.2014.08.060
- Harlen, W. (1993). Teaching and learning primary science. New York: Paul Chapman Educational.
- Gagné, E. D. (1985). La psicología cognitiva del aprendizaje escolar. Madrid: Antonio Machado.