¿Conectados y celosos?: Cyberstalking en adultos de Buenos Aires, el lado oscuro de las redes sociales
Las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), como computadoras y celulares, son un rasgo fascinante de nuestro tiempo. Han traído notables beneficios, como un acceso más rápido al conocimiento y estar más comunicados.
Sin embargo, también han dado lugar a conductas negativas, como el cyberbullying, el grooming o el cyberstalking. El stalking (acechar en inglés) se refiere a una conducta intencional maliciosa de controlar, vigilar o amenazar a otra persona. El cyberstalking implica realizarlo con medios digitales -cámaras de filmación escondidas, GPS o usar un perfil falso en las redes sociales para contactar a otra persona-. Dicha conducta es frecuente en vínculos amorosos o hacia terceros por celos reales o imaginarios.
El padecer de cyberstalking se asocia con mayores problemas emocionales, como depresión y ansiedad. Debido a su relevancia y actualidad, el año pasado la Cámara Federal de Justicia estableció que el revisar celulares o redes sociales a una pareja constituye un delito federal.
De hecho, en casos extremos, esta conducta puede llevar a situaciones de violencia de género. A pesar de la gravedad de la problemática, en nuestro país los estudios científicos al respecto son inexistentes.
De este modo, se realizó una investigación con una muestra de 544 adultos de Ciudad Autónoma de Buenos y Gran Buenos Aires. El 65% fueron mujeres, las edades iban de 18 años a 50 años. Se usó el cuestionario de Cyberstalking de Smoker y March (2017) para medir este comportamiento hacia parejas amorosas y ex parejas, un cuestionario demográfico, dos preguntas sobre horas de uso del teléfono celular y uso de internet diarios y un test de personalidad “oscura”, la cual mide rasgos negativos de personalidad (ser insensible, maquiavélico y narcisista).
En lo relativo al cyberstalking, los ítems que presentaban una mayor frecuencia fueron “si sospecho que mi pareja me está mintiendo, comprobaría sus redes sociales o cuentas online”. Un 30% de la muestra se mostró de acuerdo con la oración. Por su parte, “He comprobado los mensajes de mi pareja sin que lo sepa” tuvo un 24% de aceptación entre las personas.
En lo referente a las diferencias de sexo, los varones llevaban a cabo mayor comportamiento de cyberstalking que las mujeres. También se observó que el mero hecho de pasar largas horas en el celular e internet se asociaba con realizar mayor acecho. Del mismo modo, el rasgo de la personalidad maquiavélica -que se refiere a explotar y usar a los demás para el propio beneficio- se asociaba con un mayor nivel de cyberstalking.
Estos hallazgos demuestran que las conductas de cyberstalking son comunes en población adulta comunitaria y que el simple hecho de estar mucho tiempo conectado se asocia con una mayor probabilidad de realizarla.
Probablemente el hecho de que las TIC permitan un contacto más despersonalizado -no hay un cara a cara- y con un mayor anonimato explique lo frecuente que se ha vuelto dicha conducta. De este modo, se necesita educar en un uso más responsable y consciente de las TIC.
Imagen: Freepik