
Dificultades de sueño en adultos argentinos recluidos en penitenciarias: “En la cárcel no se duerme”
Los problemas para dormir adecuadamente son un mal típico de nuestra era: insomnio, dormir pocas horas, despertarse antes de tiempo, entre otras dificultades frecuentes causadas por el ritmo de vida moderno.
Muchos de estos inconvenientes se incrementaron durante el aislamiento y la explicación podría darse desde diversos factores como el estrés de la vida diaria; la exposición a largas horas de pantallas –celulares, tabletas, etc.–; falta de concientización del valor del sueño; solamente por nombrar algunos de los componentes más relevantes. No obstante, las complicaciones relacionadas con el sueño y el mal dormir pueden ser más graves en algunas poblaciones.
En nuestro país, poco se han investigado estos problemas en personas adultas privadas de la libertad en penitenciarias. Con el objetivo de trabajar sobre esto, una investigación dirigida por el Dr. Santiago Resett evaluó estas dificultades en adultos masculinos recluidos en tres unidades penitenciarias de las ciudades de Paraná, Victoria y Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, Argentina.
Para realizar la investigación se encuestó a internos que se encontraban, al menos, desde hacía un mes alojados en las instituciones mencionadas. Se constituyó una muestra de 298 internos varones, con un rango de edad de los 18 años a los 70 años (edad media = 34.44). El 99% era de nacionalidad argentina.
Acerca de la causa principal por la cual los internos se encontraban recluidos, se halló que el 28% lo estaba por homicidio o intento de homicidio; el 30%, por narcotráfico o narcomenudeo; el 21%, por robo agravado por el uso de armas de fuego o lesiones; el 15%, por abuso sexual y el grupo restante estaba por otro tipo de delitos.
Los participantes contestaron preguntas sobre problemas para dormir y diversas escalas psicológicas. Con respecto a los hallazgos que surgieron luego de las respuestas, se pudo vislumbrar que durante el último mes un 17% había tenido problemas para dormir en varios días de la semana y un 13% los había tenido casi todos los días. Asimismo, por haberse despertado durante la noche reiteradas veces, los porcentajes eran 21% para varios días de la semana y 12% para casi todos los días, mientras que para despertarse antes de tiempo luego de haberse dormido, los porcentajes eran 16% para varios días de la semana y 13% para casi todos los días.
Finalmente, por despertarse sintiéndose sumamente cansado a pesar de haber dormido la cantidad de horas habituales, los porcentajes fueron 10% y 12% (varios días de la semana y casi todos los días, respectivamente). Alrededor de la mitad de los internos tenía alguna de estas dificultades, al menos, 2-3 veces al mes; el trastorno más frecuente era despertase varias veces durante la noche.
Se halló que los sujetos con altos niveles de sintomatología depresiva mostraban los mayores niveles de problemas para conciliar el sueño. Del mismo modo, quienes decían que sufrían maltrato por parte de otros internos –gritos, insultos o golpes– también presentaban estas dificultades. Posiblemente, el estar lejos de la familia; el estrés; la mala alimentación; la percepción de inseguridad–un 23% señalaba que algunas veces tenía miedo y un 15%, siempre–; la violencia sufrida; y las pobres condiciones edilicias –por ejemplo, los pabellones albergan el doble o triple de su capacidad– explicarían esta precaria salud del sueño. Durante una entrevista un interno advirtió con sabiduría: “En la cárcel no se duerme, se descansa”.
“Las cárceles serán sanas y limpias”, asegura el artículo 18 de la Constitución Nacional. Sin embargo, pareciera que estos derechos no se respetan al interior de los pabellones de dichas instituciones.