La enseñanza actual crea alumnos que no están enfocados en las necesidades del mercado laboral del siglo XXI. Este objetivo debe cambiar y los docentes tienen que enfocarse en desarrollar aprendientes y líderes que crearán un mejor presente y futuro.

Innovación y educación (basado en los textos de George Couros)

Fecha 16 de Agosto de 2017

“Cuando se deja de aprender uno comienza a morir”.
Albert Einstein 

El tipo y la estructura de la enseñanza que se produce en muchas escuelas no cumplen con las necesidades del mercado laboral del siglo XXI. Cuando los alumnos se gradúan, muchos de ellos son buenos para una sola cosa: para desempeñarse en la escuela. Saben cómo aprobar los exámenes y cómo trabajar siguiendo parámetros específicos, ¡pero el mundo real no es una sucesión de exámenes!

Para triunfar necesitarán saber cómo pensar y adaptarse a situaciones constantemente cambiantes. Y aunque los docentes decimos que queremos alumnos pensantes, solo les enseñamos a cumplir dócilmente.

Si deseamos estudiantes innovadores necesitamos profesores que también lo sean. La focalización en el cumplimiento y en la implementación del programa en la mayor parte del desarrollo profesional de los docentes no los inspira a ser creativos ni tampoco estimula una cultura de la innovación.

Hace unos años las personas caminaban desde sus casas hasta un videoclub para alquilar y ver películas: Blockbuster era la mejor forma para que la gente pudiera satisfacer esta necesidad. Sin embargo, esta compañía siguió trabajando como si internet no existiera y en el mundo occidental se generaron opciones mucho más baratas y convenientes que han hecho cerrar casi la totalidad de sus filiales.

Internet generó un cambio de paradigma y la forma de ver cine se revolucionó completamente. De hecho, las empresas que han aprovechado las nuevas tecnologías, como Netflix, están prosperando a pasos agigantados. Mientras tanto, el viejo modelo planteado experimenta un declive muy pronunciado.

Cuando Blockbuster tuvo la oportunidad de comprar Netflix y actualizarse, la rechazó y la dura lección a la que tuvo que prestarle atención fue: innovar o desaparecer.

Han olvidado nuestras escuelas su ¿por qué?

Ponemos tanto énfasis en las notas que parece que hemos olvidado por qué existe nuestra profesión: para cambiar-mejorar vidas.

Creo que el por qué de la educación es desarrollar aprendientes y líderes que crearán un mejor presente y futuro. Pero para desarrollar estas características en nuestros alumnos debemos empoderarlos e inspirar innovación antes que exigir cumplimiento.

Definiendo la innovación

Podemos definir innovación como una forma de pensamiento que crea algo nuevo y mejor. Puede provenir de una invención (algo totalmente nuevo) o de una reiteración (un cambio en algo que ya existe), pero si no cumple con la idea de nuevo y mejor no es innovador.

Tome en cuenta que hablamos este concepto como una forma de pensar. Es una manera de considerar procesos y resultados posibles, no es una cosa, tarea o aun una tecnología.

Aunque muchas organizaciones abordan la innovación como un sinónimo de tecnología, no lo es. La tecnología puede ser crucial en el desarrollo de organizaciones innovadoras, pero la innovación tiene menos que ver con herramientas como computadoras, tablets e Internet y más con cómo usamos estos recursos.

La innovación comienza con una pregunta

La pregunta que debemos realizarnos todos los días es ¿qué es lo mejor para este alumno? Individualizar la educación y empezar a empatizar con aquellos a los que estamos sirviendo es donde comienza la enseñanza y el aprendizaje innovador.

También debemos pensar acerca de cómo nuestra enseñanza impactará en su futuro. Una pregunta que podemos plantearnos es: en este momento, ¿qué es más probable que un alumno necesite escribir: un ensayo o una entrada a un blog? Esto nos empuja a algunos docentes a una zona de incomodidad, pero también nos hace pensar acerca de lo que es relevante para las necesidades educativas actuales. Es una pregunta diseñada para hacernos reflexionar por qué hacemos lo que hacemos.

Cada vez que los docentes pensamos de forma diferente acerca de a quiénes les enseñamos y cómo, pueden generarse mejores oportunidades de aprendizaje. Preguntarnos qué hacemos y por qué es esencial para innovar.

Estas preguntas logran que pensemos de forma diferente y nos hacen mirar desde una perspectiva de las necesidades individuales de los alumnos en oposición a la enseñanza de los contenidos con los cuales nos sentimos confortables.


Referencia bibliográfica:

  • Couros, G. (2015). The Innovator’s Mindset: Empower Learning, Unleash Talent, and Lead a Culture of Creativity. Michigan: Dave Burgess Consulting, Inc.

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