
Sueño, uso de nuevas tecnologías y bienestar psicológico en tiempos de COVID-19 en adultos: ¿una pandemia silenciosa?
Dr. Santiago Resett, CONICET/Universidad Argentina de la Empresa
Dra. Fabiola Iglesia, Universidad Católica Argentina
La pandemia a causa del COVID-19 cambió de manera radical la vida cotidiana de las personas de todo el mundo. Por esta razón, en diciembre del año pasado se llevó a cabo una investigación con el fin de observar los patrones de sueño y uso de nuevas tecnologías (TIC) en una muestra de adultos que tomaban cursos virtuales.
Los participantes contestaron una encuesta online que incluyó diversas preguntas sobre sueño, dificultades para dormir, uso de celulares y computadoras y preguntas sobre bienestar psicológico. Finalmente, se logró constituir una muestra de 1116 adultos de 18 a 79 años. En su vasta mayoría fueron de nacionalidad argentina (72%), mientras los restantes fueron de otros países de América Latina -mayormente de Chile y México-. Un 84% fueron del género femenino; un 15%, del masculino y el resto se percibió de otro género. Con respecto al nivel educativo, un 36% tenía nivel terciario; un 37%, universitario; un 25%, posgrado y una minoría solamente había accedido a estudios primarios o secundarios. La gran mayoría se desempeñaba laboralmente como docente.
Con respecto a las dificultades de sueño, un 45% de la muestra había tenido problemas para dormir durante la primera media hora, con un 22% sufriéndolo tres o más veces a la semana; un 55% había tenido problemas para dormir a causa de despertarse durante la madrugada, con un 27% informándolo tres o más veces por semana y un 43% había tenido problemas debido a preocupaciones, con un 20% padeciéndolo tres o más veces por semana. En lo referente a las consecuencias de estas dificultades durante la última semana, un 11% señaló haber tenido que recurrir a pastillas para dormir y casi un 25% haber tenido dificultades para permanecer despierto durante el día, como, por ejemplo, en el trabajo o cuando conducía su automóvil -lo que es un gran riesgo para su vida y la de los demás-. Interesantemente, sólo un 14% aseguró irse a dormir entre las 20:00-22:30 horas y casi un 60% lo hacía entre las 23:00-24:00 horas. El resto indicó que se acostaba entre las 24:00-02:00 horas (24%) y el grupo restante lo hacía después de dicha hora -lo cual es poco recomendable para la salud y, en algunos casos, vuelve casi imposible dormir ocho horas-. Para un 31%, su calidad de sueño en el último mes era mala o muy mala. En lo relativo al uso de TIC (celulares, tabletas, entre otros), los participantes indicaron niveles elevados: un 10% la usaba más de 12 horas; 18%, entre 9 y 12 horas; 27%, entre 6 y 9 horas y el grupo restante las empleaba 6 horas o menos. Solamente tres sujetos afirmaron casi no usarlas. Un 13% reconocía que le destinaba más tiempo que el necesario y 27% remarcó que esto le sucedía con frecuencia. Un 7% afirmó que frecuentemente o siempre se sentía mal cuando no podía emplear las TIC, mientras que a un 34% esto le pasaba a veces. Un 8% reveló que frecuentemente había tratado de dejar de usarlas, pero no había podido; mientras que a un 23% esto le pasó algunas veces. Al indagar sobre el bienestar psicológico, un 68% manifestó sentirse optimista sobre el futuro siempre o a menudo; un 24% afirmó que a veces lo estaba y un 8% era pesimista sobre su futuro. Un 34% señaló tener energía de sobra a menudo o siempre; un 36%, a menudo y casi un 30% sostuvo casi no tenerlas.
Al analizar si las dificultades de sueño y el uso excesivo de TIC afectaban al bienestar psicológico, se observó que aquellos adultos con mayores de estas problemáticas presentaron menores puntajes de bienestar psicológico. Todos estos resultados indicarían que la pandemia y el aislamiento social obligatorio -probablemente- afectaron en forma negativa la salud física y mental de las personas, como lo indican estos graves problemas de sueño. En algunos casos, esto puede deberse a preocupaciones asociadas con la pandemia, los problemas financieros o cambios en la modalidad del trabajo, como tener que realizar tareas laborales en forma virtual. Por ejemplo, la mayoría era docente y se sabe que muchos de ellos están estresados por este motivo -cabe recordar que estos datos fueron recolectados a fin de año, cuando la mayoría estaban desbordados por las actividades laborales-. Por otra parte, este estudio también puso de manifiesto que las dificultades para dormir y un uso excesivo de celulares y tabletas puede asociarse con una peor salud mental. El COVID-19 es una pandemia mundial que todos conocemos y nos preocupa. Los problemas para conciliar el sueño e irse a dormir a una hora adecuada también se han vuelto una pandemia nociva y contagiosa.