
Motivación y circuito de recompensa
Para alcanzar metas y cumplir con los objetivos que nos proponemos, necesitamos ser perseverantes y esforzarnos, dos cualidades que van de la mano de la motivación.
La motivación se encuentra relacionada con la actividad del circuito de recompensa cerebral y con poder imaginar los beneficios a futuro que obtendremos ante el logro de un objetivo: esto produce el impulso necesario para ponernos en acción y enfrentar los desafíos que puedan presentarse.
Una de las vías del sistema de recompensa es la vía dopaminérgica que se extiende desde el área tegmental ventral hasta el núcleo accumbens.
En la mayoría de los ámbitos en los que nos desempeñamos los seres humanos (educacionales, laborales, personales, sociales, etc.) la motivación es un tema de gran interés. Por ello, los neurocientíficos buscan indagar más sobre esta temática, y sobre la influencia que presenta tanto en las capacidades cognitivas como en las físicas.
Dentro de los nuevos estudios referidos a este tema se encuentra uno efectuado en el Centro de Investigación en Neurociencia Pitié-Salpêtrière, encabezado por el neurocientífico Mathias Pessiglione y su equipo.
Este grupo de profesionales pudo observar que la intervención del núcleo accumbens en la conducta motivada es acompañada por otras dos áreas del estriado ventral ―el putamen y el núcleo caudado―, participantes activas de la misma según las tareas que se deban realizar.
Para llevar adelante la investigación, se convocó a un grupo de voluntarios a quienes sometieron a una serie de pruebas que les otorgaban diferentes ganancias a medida que las realizaban. Las tareas combinaban dos tipos de objetivos: la búsqueda de un esfuerzo físico y otro cognitivo. Para ello, en primera instancia, los participantes debieron llevar a cabo una prueba llamada de Stroop numérico, que consistía en descubrir una cifra oculta entre varias. Para superar este desafío debían mantener la atención de manera sostenida en la imagen que se les presentaba hasta descubrir los dígitos correspondientes (esfuerzo cognitivo). Luego de haber resuelto la consigna anterior, tuvieron que apretar fuertemente unas manijas (esfuerzo físico), según fuera la ubicación de los números.
Mientras realizaban las tareas, los cerebros de los voluntarios fueron monitoreados a través de una resonancia magnética funcional. Las imágenes obtenidas les permitieron a los profesionales observar que, tal como lo esperaban, el estriado ventral se activaba en proporción a la motivación que las personas tenían. Sin embargo, también detectaron que cuando la tarea a realizar era cognitivamente difícil se disparaba en mayor medida el núcleo caudado, mientras que ante una dificultad motora, el mayor involucrado era el putamen. Este proceso ocurría según el estímulo al cual las distintas áreas debieran responder.
Como conclusión, los profesionales sugirieron que la expectativa de alcanzar una recompensa se codifica en el estriado ventral, y que éste, a su vez, puede conducir mayor actividad a la parte motora o cognitiva, dependiendo de la tarea en la cual se necesite mejorar el rendimiento.
Como vimos al inicio, la motivación es un tema que despierta gran interés. Por esta razón, es necesario comprender que ésta depende, por un lado, de que el cerebro pueda imaginar a futuro la posible o posibles recompensas para ponerse en acción y, por otra parte, de nuestra capacidad para mantenerla en nosotros (auto-motivarnos), en nuestros alumnos o equipo de trabajo (motivarlo), a lo largo del tiempo para alcanzar la meta propuesta.
La perspectiva de futuro puede centrarse en un fin muy cercano y sencillo ―ir a un kiosco y comprar unos caramelos―, pero también en uno lejano y complejo ―terminar una carrera, lograr un cambio de hábitos, implementar un nuevo plan de trabajo, cambiar la cultura organizacional, etc.―.
En general, imaginar las posibles recompensas que obtendremos frente a un determinado comportamiento no es algo difícil de lograr y la motivación surge. Sin embargo, la complicación aparece cuando debemos mantener una conducta en el tiempo, para que nuestro entusiasmo, voluntad y capacidad de acción no disminuyan o se diluyan con la aparición de nuevas situaciones que demanden atención, o presenten obstáculos.
Si consideramos que la motivación está constituida por factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo, podemos observar que la atención está involucrada en distinguir las recompensas, en que seamos perseverantes y capaces de monitorear nuestras acciones para mantenernos en el camino. Aquí es donde el paso del tiempo u otros factores distractores nos pueden mover de nuestra senda inicial, por lo que es oportuno gestionar conscientemente el sistema atencional y llevarlo nuevamente a conectarse con las recompensas apreciadas inicialmente y, además, con el sentido más trascendente que todo objetivo debe tener.
Mantener la motivación y la atención consciente en cada uno de nosotros es un desafío, imaginemos lo que significa para un líder o docente, quien debe trabajar en forma conjunta con todos los miembros de un equipo hacia la consecución de un logro. La vida moderna está llena de distractores que pueden llevarnos a apartarnos de nuestros sueños, planes y metas. Estos factores disuasivos influyen tanto en los equipos de trabajo como en los individuos. Por ello, comprender que la conducta motivada exige de mantenimiento es sumamente importante, por lo que dejar espacios para recordar las razones por las cuales decidimos hacer algo, darnos tiempo para contagiarnos de entusiasmo, compartir pequeños logros o hacer una lista con lo que hemos conseguido son sólo algunas de las acciones cotidianas o semanales que debemos realizar. De este modo, siempre reacomodaremos el sistema atencional y motivacional hacia la meta propuesta.
Algunas actividades posibles son:
1. Hacer un registro de la meta, de los objetivos y de las recompensas que alcanzaremos.
2. Leer el registro anterior y sumarle otras posibles recompensas por logros parciales.
3. Asentar los logros obtenidos y el placer que se siente al conseguirlos. Se puede hacer un gráfico o cualquier representación que permita ver lo que se alcanzó y sumar frases de cómo se siente uno o cada persona de un grupo con estos. Es conveniente utilizar gráficas debido a que activan al sistema visual y el hecho verlas motivan a continuar.
4. Anticiparse a las dificultades. Pensar en las posibles complicaciones que podrían suceder le permite al cerebro estar preparado y no sentirse sobrepasado si llegasen a ocurrir. Es oportuno pensar y anotar los modos de actuar o proceder.
5. Dar espacios para valorar tanto los resultados como el esfuerzo y el trabajo.
6. Imaginar, conversar y reflexionar sobre cómo uno (o el grupo) se sentirá una vez alcanzado el objetivo.
7. Llevar una planilla en donde se pueda registrar día a día si se está trabajando hacia la concreción del objetivo. Las anotaciones permiten ver que, por ejemplo, al cabo de 15 días se ha hecho poco y que se debe reencauzar el camino; también podremos haber hecho mucho y sentirnos gratificados. En ambos casos, tendremos información muy valiosa.
Bibliografía:
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