El cerebro es un músico, siempre está tocando y orquestando; conozcamos su lenguaje a través de la neurofisiología clínica.

Neurofisiología y música, un dueto muy bien afinado

Fecha 08 de Mayo de 2019

En la neurofisiología y la música hay mucho en común: frecuencias y amplitudes. Resultan fascinante los contrastes o similitudes que se encuentran en las ondas al estudiarlas en el laboratorio de neurofisiología clínica. El sonido como materia prima de la música no sólo es algo que se experimenta a través del oído, pues la música no es sólo una experiencia auditiva, también podemos ver sus ondas, su morfología, latencias y amplitudes.

 

El cerebro es una especie de músico; siempre está tocando y orquestando, siempre produce ondas que podemos escuchar, por ejemplo, al realizar una electromiografía (EMG), podemos ver al efectuar un electroencefalograma (EEG) y, al analizar sus señales, comenzamos a entender la armonía y la geometría que realiza para sintetizar movimientos especializados como el de tocar instrumentos musicales y hacer música.

 

De manera que es muy emocionante hablar del bellísimo contraste e interacción que hay entre la música, el sistema nervioso y la manera en que se puede apreciar o estudiar en medicina a través de la neurofisiología clínica. Asimismo, destacar los beneficios de la música en nuestra salud y algunos de sus efectos sobre la actividad neurológica.

 

Todo esto comenzó en el momento en que alguien se hizo la pregunta: ¿qué pasa o qué hace nuestro cerebro cuando interactúa de manera activa con la música (o cuando se aprende a tocar instrumentos o al componer y tocar música)?

 

A la música también se la conoce como el lenguaje universal. Este es un término muy apropiado, ya que ella no sólo es placentera en sí misma, sino que nos permite abordar conocimientos nuevos, mediar en algunos que se nos dificulta adquirir o potenciar aquellos en los que deseamos expresarnos de manera más efectiva.

 

La memoria, las tareas motoras y el lenguaje son tres áreas susceptibles al ejercicio práctico de la música, tanto en su uso recreativo como en el ejercicio práctico profesional.

 

De manera que el uso de la música funciona como neuroprotector y promueve la neuroplasticidad. Esto es de gran importancia pudiéndose aplicar en la educación, las ciencias sociales y humanas, así como en las ciencias de la salud y rehabilitación.

 

En la educación favorece el desarrollo y producción del lenguaje y las competencias comunicativas, pues son inherentes también a la música. Esto se puede ver en el empleo de la música como apoyo didáctico para la enseñanza de la lectoescritura.

 

Desde lo social favorece la interacción social, pues es motivacional, emocionante y atractiva y, además, es de gran utilidad en la reducción del estrés.

 

En las ciencias de la salud y rehabilitación, la utilización de la música es útil, por ejemplo, en las afasias y puede emplearse como recomendación o terapia complementaria en rehabilitación en un post ACV o trauma, pues favorecerá la neuroplasticidad. El ejercicio práctico de la música en estos casos no tendrá como objetivo dominar un instrumento musical, sino mejorar el desempeño en determinadas áreas mediante la actividad musical, con el fin de reducir los efectos de la discapacidad.

 

Veamos esto en instrumentos de cuerda: al tocar un acorde de guitarra pueden intervenir alrededor de 15 a 18 músculos estriados superficiales y alrededor de 10 músculos en la mano (eminencia tenar, eminencia hipotenar, músculos interóseos, entre otros). En miembros superiores, los nervios mediano, cubital y radial participan activamente en la ejecución de posturas o acordes.

 

El conocimiento y práctica de diversas técnicas neurofisiológicas permitió obtener algunas respuestas. Es decir, si queremos estudiar qué pasa en un músculo, usamos la electromiografía (EMG); si deseamos saber cómo está una vía sensorial como la auditiva, realizamos un potencial evocado auditivo (PEA); si se quería valorar un área somatosensitiva, realizábamos un potencial evocado somatosensorial (PESS).

 

La suma, combinación e interacción de estas técnicas y sus hallazgos permitió ir llegando a la conclusión sobre qué tanto estas vías o redes se activan o están en uso al tocar instrumentos y al hacer música, y que pueden usarse estas técnicas para estudiar la actividad del músico y cuando se toca algún instrumento musical, así como ir concluyendo que el uso práctico de la música también puede favorecer y estimular dichas áreas o redes del sistema nervioso.

 

También hay un tipo de potencial premotor o premovimiento, es decir una respuesta en la corteza motora suplementaria (nuestro administrador de tareas), que igualmente tiene lugar en el ejercicio práctico de la música y que puede ser de gran utilidad en la rehabilitación. A este potencial se le conoce como Bereitschaftspotential.

 

El conocimiento y reunión de estos hallazgos hace que sea necesario destacar la utilidad de la música no sólo en contextos sociales o educativos, sino en el área de la salud y la medicina.

 

Las conclusiones del uso práctico de la música en la salud y el desarrollo humano son las siguientes:

• Favorece la conexión de redes neuronales (sinapsis).
• Reduce el estrés.
• Estimula es aprendizaje.
• Brinda placer.
• Favorece el tono muscular.
• Optimiza la atención.

 

Desde esta experiencia y hallazgos es recomendable que así como toda persona debería cultivarse en un idioma diferente a su lengua materna, asimismo sería recomendable aprender a tocar un instrumento musical e interactuar con la música; pues no será solamente una experiencia muy placentera, sino que al mismo tiempo estará protegiendo y optimizando todo su sistema nervioso.

 

Bibliografía:

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• Houssay, B. (2002). Fisiología Humana (7a. ed). Buenos Aires: El Ateneo.
• Roederer, J. (1997). Acústica y Psicoacústica de la Música. Buenos Aires: Ricordi Americana.
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