
Soñar es un sueño
Durante gran parte de la historia de la humanidad el sueño ha sido un completo misterio. Incluso todavía hoy esconde muchos secretos, pero se han ido develando aspectos de su función de gran importancia para comprender los mecanismos de la mente.
Los sueños están vinculados a diferentes factores físicos y psicológicos, aunque podrían estar relacionados con componentes neurológicos. De hecho, muchos mamíferos sueñan y esto lo sabe todo aquel que haya convivido con un animal doméstico y visto cómo se mueven o gruñen mientras duermen.
Sin embargo, y pese a todos los avances, el sueño sigue siendo tan misterioso hoy como en la antigüedad, y será difícil encontrar un tema sobre el que se haya escrito tanto sin el menor fundamento, siendo uno de los descubrimiento más importante el que ocurrió en los años cincuenta: el del sueño REM, (Rapid Eye Movements, o movimientos rápidos de los ojos). Ésta es la fase principal en la que ocurren los sueños, cuyo fenómeno se repite aproximadamente cada noventa minutos e insume un 25% del tiempo que una persona pasa dormida. Pero, aun cuando más del 75% de las personas que despiertan en mitad de una fase REM pueden recordar qué estaban soñando, investigaciones recientes disocian los sueños del estado de movimiento rápido.
La investigación de Yuval Nir, Itzhak Fried y sus colegas del Laboratorio de Ciencias Cognitivas de París, la Universidad de Wisconsin en Madison y la Universidad de Tel Aviv, desarrolla la hipótesis más probable sobre el sueño REM, mostrando que las neuronas individuales se comportan de un modo muy similar, en todos sus detalles, (grado de actividad, frecuencia de las ondas de potencial, fases típicas de latencia y cese de actividad) a cuando están en vigilia.
Esto es particularmente cierto en un área concreta del córtex cerebral, llamada corteza temporal medial, que, según se sabe, está directamente implicada en la formación de memorias visuales de alto nivel, y, dado que la actividad de la corteza temporal medial está íntimamente relacionada con la consciencia visual, deducen que los movimientos rápidos de los ojos durante el sueño REM reflejan un cambio de la imaginería visual en los sueños.
Un reciente estudio del campus del Instituto de Investigación SCRIPPS en Florida, Estados Unidos, revela cómo el sueño es más complejo de lo que se cree. El trabajo demuestra en modelos animales que dormir suprime la actividad de ciertas células nerviosas que promueven el olvido, asegurando que al menos algunos recuerdos durarán.
Los primeros estudios sugieren que el sueño facilita la retención de la memoria al detener la interferencia causada por la actividad mental y de comportamiento. Es decir, aísla esencialmente el cerebro de todos los estímulos que pueden interferir con el almacenamiento de la memoria, y por otra parte, sugiere que el sueño simplifica la retención de los recuerdos mediante la mejora de la estabilidad de la memoria o lo que se llama “consolidación”.
El nuevo estudio en animales de experimentación revela los fundamentos biológicos de los estudios anteriores, y señala una fundamental importancia al neurotransmisor dopamina y de la actividad dopaminérgica, conocida por regular diversos tipos de "plasticidad" o capacidad del cerebro para cambiar en respuesta directa a la formación de aprendizaje y la memoria. Esta capacidad incluye olvidar también.
El trabajo demuestra que el aumento del sueño, sea con un medicamento o por estimulación genética del circuito neural del sueño, disminuye la actividad de señalización por la dopamina, mientras que, al mismo tiempo, mejora la retención de recuerdos. Por el contrario, el aumento de la excitación, estimula la señalización de la dopamina y acelera el olvido. Esta actividad de la señal no es constante, sino que está directamente relacionada con el nivel de excitación del animal.
Según Patrick McNamara, director del laboratorio de Neurocomportamiento Evolutivo de la Universidad de Boston, los sueños surgen en el lado más primitivo del cerebro, en el lado más animal del subconsciente, y luego "escalan" hacia las áreas más evolucionadas, volviéndolos más complejos. Este proceso puede darse o no durante una fase REM. Los hombres tienden, por ejemplo, a soñar con situaciones que los confrontan con otros hombres, mientras que las mujeres sueñan con más frecuencia interacciones con ambos sexos. Es que, desde lo instintivo, el hombre compite con otros hombres por territorialidad, sustento, por el control de la tribu, por la posesión de las hembras. Los sueños pueden ser funcionales al comportamiento evolutivo.
Hoy en día sabemos que el sueño puede dividirse en varias etapas, clasificadas en dos grandes tipos según el movimiento de los ojos: fase NREM (Non-Rapid Eye Movements) y fase REM (Rapid Eye Movements); el NREM consta de cuatro etapas, que se diferencian en función del grado de adormecimiento, el tono muscular y la ausencia de movimientos oculares. La fase REM, también conocida como "sueño paradójico", es una denominación que alude a la actividad cerebral que se observa en EEG, pues recuerda al estado de vigilia.
Si una persona duerme un promedio de ocho horas, la etapa conocida como NREM ocupa unas seis horas y la fase REM, dos. Ambas van alternándose de manera sucesiva, cuatro o cinco veces a lo largo de la noche. Por las diferentes características de la fase REM, los neurocientíficos saben que es más fácil despertar a alguien que se encuentra en esta etapa que en cualquiera de las NREM.
Los descubrimientos de Kleitman y Aserinsky lanzaron a entender las bases biológicas de los sueños, y el hecho de quedarse dormido no significa que la actividad mental se reduzca, como se demuestra fácilmente con las experiencias oníricas. Caer en brazos de Morfeo, sin embargo, activa diferentes formas de sueños en función de la etapa NREM o REM en la que se encuentre. La investigación asume que durante la fase REM los sueños son de tipo cinematográfico y en color. Por el contrario, las etapas NREM van acompañadas de sueños de tipo abstracto. Además, la fase REM también se caracteriza por presentar sueños vívidos en los que se experimentan espasmos musculares, activación de la corteza cerebral y atonía muscular.
Algunos estudios apuntan que durante el sueño se produce una especie de mantenimiento de todo el sistema para conservar las células sanas y sus componentes moleculares en buenas condiciones. También para reducir la tasa metabólica del encéfalo con merma de la oxidación, para aumentar la síntesis de proteínas necesarias para la reparación tisular y la neurogénesis. Inclusive algunos estudios defienden la hipótesis de que la función del sueño se relaciona con la conservación de energía, la disminución de la excitabilidad neuronal, con la restauración del equilibrio entre excitación e inhibición.
Sin embargo, la conjetura más conocida para explicar esta función del sueño es la de su relación con la memoria, como ya hemos citado antes. Tanto el sueño profundo como el REM favorecen el asentamiento en la memoria de las experiencias tenidas durante el día, al tiempo que eliminan todo lo considerado irrelevante.
Por lo visto, hay hipótesis para todos los gustos y los neurocientíficos no se ponen de acuerdo definitivamente, ni siquiera respecto a los experimentos que confirman el papel del sueño en la memoria. Como suele pasar en estos casos, es probable que la función no sea única y dependa de cada especie animal.
Por lo pronto, sea el que sea el rol de los sueños, sí sirven para ocupar ese espacio que sucede mientras el cuerpo repone energía y la regeneración celular hace su milagro como parte de lo que somos.