Se define básicamente como un conjunto de axones (prolongaciones neuronales) que tienen su origen en la neocorteza cerebral.

Ilustración neurociencias: Sustancia blanca

Fecha 16 de Abril de 2018

Los tejidos nerviosos conocidos como sustancia blanca se definen básicamente como un conjunto de axones (prolongaciones neuronales) que tienen su origen en la neocorteza cerebral, en los núcleos o centros del telencéfalo, en la formación reticular y también en los núcleos basales. La sustancia blanca está conformada por axones que se diseminan de tres maneras diferentes: 1) Axones de trayectoria descendente, los cuales también son señalados en neuroanatomía como fibras nerviosas de proyección y en donde sus principales tareas consisten en la activación de áreas como la médula espinal, los núcleos basales, los núcleos del tallo cerebral y algunas regiones talámicas. 2) Axones de curso, formados fundamentalmente por fibras nerviosas de asociación que tienen la tarea de generar procesos integrativos con regiones corticales de ambos hemisferios (derecho e izquierdo), los fascículos, el cuerpo calloso, la comisura blanca anterior y demás fibras comisurales. 3) Axones de trayectoria ascendente que tienen su origen en estructuras de corte subcortical, dedicándose de manera primaria a generar información relacionada con la sensibilidad, la activación motora y la motivación.

 

Las ventajas evolutivas que le proveen a nuestra especie los tejidos que constituyen la sustancia blanca nos permiten producir aprendizajes asociativos. La sustancia blanca se correlaciona con la generación del aprendizaje y la memoria: de no ser por su actividad permanente no sería posible que nosotros como seres humanos pudiéramos contar con un complejo tan grande de sensaciones y emociones, las cuales tienen un estrecho vínculo con la sustancia antes mencionada.

 

Finalmente, el, tal vez, más importante aspecto de la sustancia blanca es que es un sistema integrativo, tal y como se mencionó más arriba. Ello conlleva una connotación profundamente relevante para cada uno de nosotros, ya que los procesos de integración no se refieren únicamente a los estímulos y a las respuestas, o lo que conocemos en neurociencia como input y output (señales de entrada y salida), sino que la integración hace alusión a que el cerebro debe generar, momento a momento, y en tiempo real, un evento funcional que cubra en un único hecho o acción, la conducta, la emoción, la cognición y la afectividad. De esta manera, hace de todas y cada una de nuestras respuestas un complejo entramado de conexiones entrelazadas, dando lugar a que no podamos reducir el cerebro a un simple órgano o maquinaria. Esto sería un craso error, debido a que el cerebro humano y su sustancia blanca responden de forma unitaria ante la permanente e inagotable cascada de estímulos provenientes del entorno, también conocidos como información.


Bibliografía:

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