Si comparamos el sistema educativo con un cuerpo, los educadores son su corazón. Y así como la ciencia ha sido incapaz de crear un reemplazo viable del corazón, tampoco la tecnología puede reemplazar a los educadores reales.
La clase de inglés puede ser un espacio para el juego y el estímulo del cerebro de los alumnos. A partir de diversas actividades lúdicas, es posible aumentar los niveles de dopamina en los chicos porque se estimularán sus centros de placer del cerebro y se sentirán más conectados con las consignas brindadas.
Más allá de cuál sea el plato principal (el tema) de su clase, es importante generar buenas guarniciones y complementos que acompañen o enriquezcan la idea central del día.
A partir de diferentes enfoques es posible estimular a los alumnos para que vean de una manera diferente sus lecturas o apuntes y jueguen con los contenidos, además de disfrutar del material o los temas de clase.
Si un docente logra que sus alumnos recuerden cuál fue el plato principal de la clase, estará en la dirección correcta porque el tema del día fue lo suficientemente significativo como quedarse anclado en la memoria.
Publicado cómo libro resultado de investigación: "Neuroeducación: Trazos derivados de investigaciones iniciales". Grupo de Investigación Pedagogía, Cultura y Sociedad de la Facultad de Educación de la Corporación Universitaria Adventista (UNAC).
El inicio de una clase (aperitivo) debe contar con la dosis justa de información. Si es muy sustancioso, se puede saturar a los alumnos con datos y llegarán a la lección del día (el plato principal) sin ánimos de “comer” más.
Las formas de enseñanza rígidas son obsoletas. Para llamar la atención de los alumnos, es necesario rediseñar las clases para hacerlas significativas e interesantes
Gabriela y Alejandra nos cuentan sobre el Taller de Educación Emocional y Social que existe dentro de la currícula del colegio secundario del Instituto River Plate y que tiene por objetivo principal la enseñanza de habilidades emocionales.