Dentro de nuestro cuerpo conviven el sistema instintivo-emocional y también el sistema cognitivo-racional. Ellos forman parte de un matrimonio indisoluble que debemos aprender a manejar -con la ayuda de nuestra corteza prefrontal- para moldear y educar nuestras emociones.
Todos tenemos permanentemente malvados invitados en nuestra vida. Decimos odiarlos, pero en realidad no podemos vivir sin ellos, ¿Por qué nos pasa esto?