Nuestro cerebro es un órgano inútil cuando tratamos de lograr la perfección. La obsesión por ser perfectos congela nuestro pensamiento y no nos permite ver los usos potenciales de nuestros errores.
Vemos muy bien la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Reconocer los errores es fundamental a la hora de crecer y lograr avanzar como personas. No obstante, ¿qué sucede en el cerebro cuando reconoce un error?